2010/02/04

A combatir las fallas, deficiencias y vicios (En el Proceso Revolucionario Venezolano)

Editorial Tribuna Popular N° 173

Estamos concluyendo 11 años de la actual etapa de la revolución venezolana, que se ha denominado comúnmente como Revolución Bolivariana, marcada ésta desde las elecciones presidenciales del 6 de diciembre de 1998 y la toma de posesión el 2 de febrero
de 1999.

En este tiempo hay un número importante de aspectos positivos para resaltar, y el PCV lo ha hecho en cada oportunidad y en las diversas retrospectivas:

Se puede, como lo hacen constantemente los medios públicos, resaltar las políticas y acciones que han beneficiado a millones de venezolanos y venezolanas, en los más diversos aspectos del quehacer humano.

Se puede, como lo hacen reiteradamente los distintos voceros gubernamentales, regocijarse de la positiva influencia que ha ejercido este proceso en el reforzamiento nacional e internacional de las fuerzas del progreso.

Se puede, como lo hace el Presidente Chávez, animar las esperanzas populares para objetivos aún intangibles pero que representan mucho de lo que han sido anhelos postergados a varias generaciones.

Se puede y se debe hacer esto. A las y los comunistas no nos queda duda de ello.

Pero, habrá quien diga que nunca falta un pero, no sólo debe hacerse esto, también debemos analizar y discutir críticamente las fallas que hemos arrastrado, las deficiencias que han surgido y los vicios que existen en la administración pública y en diferentes instancias de organizaciones políticas, populares o sociales.

No ayudan a un proceso revolucionario la complacencia acrítica, el comentario sin contenido, la copia mecánica de declaraciones, la fraseología acomodaticia y la previsión de un discurso para agradar al jefe. Una de las principales fallas, que hemos arrastrado en estos 11 años, es una fuerte dosis de electoralismo.

El planteamiento de que hay más democracia mientras más elecciones se realicen es en el mejor de los casos una inocencia política, al seguir jugando con las reglas y los conceptos impuestos por la burguesía; pero, en el peor de los casos, es una pervertida distorsión de lo que debe ser la real y profunda democracia que debe construirse, con permanente y cada vez más directa participación del pueblo trabajador.

Una de las principales deficiencias, que hemos tenido estos 11 años, es la de un espacio de articulación de las diversas expresiones de las fuerzas políticas, populares, revolucionarias y sociales que activamos por la revolución.

Ha faltado la voluntad política, la visión estratégica y la sabia interpretación de los procesos sociales y sus momentos históricos, para asumir la construcción de este espacio colectivo.

No se ha logrado trascender los escenarios electorales para esta necesaria Alianza Patriótica.

Uno de los principales vicios, existente en estos 11 años pero multiplicado en los más recientes, es el del uso y abuso de la figura del Presidente Chávez por parte de todos los órganos y niveles del poder ejecutivo (incluso de otros poderes del Estado) y de organizaciones políticas, populares o sociales.


La pretensión de hacer creer que la contradicción en Venezuela es entre “chavistas” y “escuálidos” es, en el mejor de los casos, una simplificación del proceso político venezolano y por ende de los objetivos ulteriores de la revolución pero, en el peor de los casos, es abonar la degradación de la conciencia social con elementos que rayan en lo religioso, dotando a un individuo de cualidades sobrenaturales, exaltando y atribuyendo a una personalidad influencias por sobre los procesos históricos, la lucha de clases y el pueblo trabajador.

Es necesario, más bien imprescindible, para profundizar y avanzar en la revolución venezolana, construir colectivamente la Unidad Popular Revolucionaria, que logre cohesionar y coordinar el enorme caudal de energía y voluntades latentes en el pueblo venezolano, para crear una nueva correlación de fuerzas que impulse la liberación de la patria de todas las cadenas de dominación imperialista, pero que también sea garante de la depuración de las fallas, deficiencias y vicios existentes.

El Partido Comunista de Venezuela, ha alertado y alerta sobre los peligros existentes.


Ha aportado y seguirá aportando todo su esfuerzo para que esta etapa del proceso revolucionario no se convierta en una frustración más para nuestro pueblo.

El PCV, a pesar de ataques (injustificados) de amigos y (lógicos) de enemigos, da nuevamente un paso al frente, ante la contraofensiva del imperialismo y sus títeres locales.

El pueblo trabajador, en los diferentes episodios de sus luchas históricas y actuales, ha corroborado que puede y podrá contar con el Partido Comunista, porque su vida y razón de ser están vinculadas a su destino.

¡Por un 2010 de combates y de victorias!

Fuente:
www.tribuna-popular.org/ Prensa Popular Solidaria/ En Lucha Comunistas Chacao/ http://pcvchacao-enlucha.blogspot.com.

2010/02/03

Haití: el colapso del Estado

Nada se puede improvisar en Haití y nada será fruto del espíritu filantrópico de institución alguna”
Reflexiones. Fidel castro

Francia y Estados Unidos son responsables de la desgracia actual de Haití, hoy es el país más pobre de América. Esos dos países están en la obligación de "reparar" el daño que hicieron a partir del siglo XVII, cuando los franceses poblaron el territorio con esclavos traídos de África para cultivar grandes extensiones de caña de azúcar, el oro blanco de la época.

En 1789, las exportaciones de Haití igualaban a las exportaciones de todas las colonias españolas de América juntas. Haití no tenía plata, como México o el Perú, pero cultivó el azúcar (oro blanco para la época), y además, el café. El dominio y colonización de Francia, que con su pequeña colonia del Caribe adelantaba económicamente a España, desarraigó de África 500.000 negros usados como esclavos con el cual devastaron bosques y selvas para la plantación de caña de azúcar y café, convirtiendo a la isla en el principal productor de azúcar del mundo y reduciendo las expectativas de vida de esa masa humana a 21 años en Haití.

En 1789, la Revolución Francesa declaró los Derechos del Hombre. Los haitianos pidieron derechos para ellos, pero no se los concedieron. En 1791 se rebelaron, bajo la conducción de Toussaint L'Ouverture y él tenia relación con ritos religiosos africanos en el que era un iniciado. Por eso el predicador norteamericano Pat Robertson dijo que Haití se independizó gracias a un pacto con el diablo, así que el terremoto era un castigo de Dios. Pero los franceses no fueron ningún angelito. Napoleón envió a el general Charles Victor Emmanuel Leclerc para reprimir la insurrección, decidió matar a todos los varones haitianos mayores de 14 años. No logró matar a más porque murió junto con 50.000 soldados y 18 generales franceses en 1802; antes de morir mataron unos 120.000 nativos y destruyeron cuanto pudieron. En 1804, Haití obtuvo la independencia, después de 13 años de lucha. Fue la primera república negra, y la primera nación independiente que abolió la esclavitud.

En 1815, la República Haitiana recibió a Simón Bolívar y le dio el apoyo necesario para lograr la independencia de Colombia, Venezuela, Ecuador y Perú, paso decisivo en la emancipación americana. En 1825, Haití recibió la visita de la flota de guerra francesa, que le exigió una suma multimillonaria para reconocer su independencia. Aquella deuda se terminó de pagar en 1945. Para pagarla, Haití solicitó dinero prestado a bancos franceses y Estadounidense para pagar las reparaciones a Francia.

EE UU y Francia, aliados, han hecho por dos siglos imposible la vida de Haití. Para asegurar el pago del dinero, hubo numerosas ocupaciones extranjeras. En 1804, cuando Haití logró su libertad de Francia tras la primera revolución mundial de esclavos victoriosa, los Estados Unidos se negaron a reconocer el país y continuaron negándose durante otros 60 años. ¿Por qué? Porque los Estados Unidos seguían esclavizando a millones de sus propios ciudadanos y temían que al reconocer a Haití fomentarían la revuelta de los esclavos en Estados Unidos. Francia, frustrada por su derrota a manos del ejército de desharrapados, exigió enormes reparaciones económicas por la pérdida de la más productiva de sus colonias.

A cambio de reconocer la independencia de Haití, la Corona francesa negoció una indemnización de 150 millones de francos. Siendo una suma colosal en esa época (898.720.725 Bs. hoy), pero el joven Estado echó mano de sus exportaciones de azúcar y café para pagar su deuda hasta el último céntimo.

No cabe la menor duda de que esas "reparaciones" lastraron la economía de Haití, que no pudo dedicar esos recursos a su propio desarrollo. Han pasado más de dos siglos desde la proclamación de la independencia y no pueden seguir sosteniendo la miseria en la que vive la inmensa mayoría de la población debido a esa injusticia histórica. Las antiguas colonias españolas y portuguesas pasaron por un proceso similar, con el traslado de toneladas de oro y plata de América a las metrópolis, sin que eso sirva de argumento válido para explicar su situación actual de muchos países latino americano.

Una exportación incontrolada que enriqueció a la clase dominante haitiana y a los estadounidenses provocó que entre lo poco que le queda, sirve de “leña de fuego”, como se dicen en África, o de base para el carbón vegetal. La pugnaz de competición enfrentan a campesinos pobres con campesinos sin tierras, solapado con los enfrentamientos entre bandas armadas. Las fuerzas de las Naciones Unidas no han logrado poner orden en esos problemas que una clase política, reproduciéndose de forma idéntica lustro tras lustro, ha perdido todo vínculo con una población en situación de abandono: el 1% de la población acapara al menos el 60% de la riqueza de un país abocado a la autodestrucción.

Más allá de la historia, las razones del fracaso de Haití hay que buscarla también en el factor humano y, especialmente, como hemos dicho, en sus propias élites, que se dividen entre una clase política cleptocrática y un exilio confortablemente instalado en Estados Unidos, Francia y Canadá, donde viven la mayoría de los licenciados universitarios en todos los campos. Los dirigentes haitianos son los primeros culpables de la inestabilidad política que ha imperado desde la independencia.

Es por esto que en su canción, Ali Primera culmina ayudándonos a reflexionar cuando nos dice: No permitamos que el futuro nos pregunte, ¿qué hicieron ustedes por Haití? Solidaridad con denuncia es paz con justicia.

Fuente: En Lucha Comunista Chacao. http://pcvchacao-enlucha.blogspot.com